El Pueblo Opina

Una nueva esperanza para Chile: Marco Enríquez-Ominami y la oportunidad histórica de transformar nuestro país

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Santiago, 18 de agosto de 2025 – En medio de un Chile que clama por justicia, dignidad y renovación, surge una figura que encarna la esperanza de millones, un hombre cuya historia y convicciones conmueven el alma de una nación entera: Marco Enríquez-Ominami. Su nombre no solo representa una herencia política y social profundamente arraigada en la lucha por los derechos y la democracia, sino que hoy simboliza la oportunidad única de cambiar Chile para siempre.

Marco Antonio Enríquez-Ominami Gumucio nació con un destino marcado por la pasión de sus padres, Miguel Enríquez Espinosa, un luchador revolucionario caído injustamente, y Manuela Gumucio Rivas, mujer valiente y visionaria. Criado con amor y sabiduría por su padre adoptivo, el senador Carlos Ominami, Marco creció entre ideas, debates y compromiso social. Su educación entre París y Santiago, su formación en filosofía, y sus años de trabajo político y social han forjado a un líder capaz de mirar el futuro sin renunciar a la memoria profunda que Chile necesita.

Su trayectoria es un testimonio de perseverancia, desde su juventud en la universidad, enfrentando estructuras opacas, hasta su papel como diputado y candidato presidencial independiente. En cada etapa, Marco ha levantado la voz por aquellos olvidados: jóvenes sin oportunidades, mujeres que luchan por igualdad, familias que sufren en un sistema inequitativo.

Hoy, Marco propone mucho más que simplemente repetir fórmulas antiguas; su llamado es a la perseverancia para cambiar Chile, entendiendo que este camino requiere valentía, compromiso y el esfuerzo colectivo de todas y todos los chilenos. Su proyecto político es un abrazo a la historia, a las familias chilenas, a la diversidad y a la justicia social.

No es casualidad que jóvenes y adultos, hombres y mujeres, territorios urbanos y rurales, se unan bajo este espíritu de perseverancia y transformación. Esta campaña no es solo por un cargo, sino por el alma misma de Chile. Una juventud que sueña, padres que anhelan un futuro mejor, comunidades que esperan poder respirar justicia.

Hoy, más que nunca, Chile está en una encrucijada que definirá el destino de nuestras familias, de nuestros barrios y de cada rincón del país. En este momento crucial, está Marco Enríquez-Ominami, un hombre que tiene en su corazón no solo el legado de una historia de lucha, sino el compromiso genuino con el pueblo que día a día trabaja, sueña y resiste.

Esta es la hora para que nos unamos, para que abracemos juntos la esperanza que nace del esfuerzo colectivo, para caminar de la mano hacia un Chile justo donde cada persona, sin importar de dónde venga, tenga un lugar real, una voz escuchada y oportunidades dignas.

La historia no espera, y hoy es nuestro turno de escribirla con la fuerza de la dignidad popular, con la fuerza de quienes entienden que cambiar Chile no es una tarea de unos pocos, sino un compromiso de todos y todas.

Tú, mujer trabajadora, tú, joven de corazón inquieto y sueños grandes, tú, campesino y vecino, eres el motor de esta transformación. Porque Marco Enríquez-Ominami no es sólo un candidato: es la esperanza viva que nos dice que no hay barreras cuando hay voluntad, que no hay obstáculos cuando la perseverancia es nuestra guía.

Esto no es prometer milagros ni soluciones rápidas. Es la llamada clara a seguir luchando sin bajar los brazos, a levantarnos cada día con el coraje de construir un Chile más humano y solidario, un Chile de verdad para su gente.

Marco representa la perseverancia profunda para cambiar este país, ese fuego que no se apaga, que no se cansa, que avanza con paso firme porque sabe que transformar Chile es un camino largo, con desafíos, pero también con la certeza de que otro futuro es posible, junto al pueblo, con el pueblo y para el pueblo.

Y ese futuro, esa esperanza, comienza hoy mismo, contigo y conmigo, con todos nosotros. Porque perseverar es cambiar, y cambiar es la única opción que tenemos para que Chile deje de ser un sueño para pocos y se transforme en la casa digna de todos y todas.


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